sábado, 10 de julio de 2010

Expectación

Recuerdo que hace dos años, justo antes de la final, puse las manos sobre el teclado para escribir. Como ahora, estaba expectante. Hace tiempo, cuando compraba discos, cuando era la única manera de sartisfacer la curiosidad y la ilusión, los ponía en una estantería, con su plástico protector y los contemplaba un par de días antes de escucharlos. Porque casi siempre se disfruta más de la expectación que de la realización de lo que uno espera, tantas veces decepcionante, tantas veces efímero y de lo que sólo se conserva un recuerdo en el futuro, susceptible de ser deformado indefinidamente. Porque lo importante no son los objetos ni los acontecimientos sino lo que uno siente ante ellos. Y por eso siempre quise prolongar la espera cuanto fuese posible.
Y hoy, otra vez, me gustaría que el partido se jugase dentro de cuatro meses. Pero creo que por cuestiones de organización no será posible. Así que, antes de que ganemos, quiero descargar parte de mis nervios. Y como hablo de disfrutar tengo que referirme a Xavi.
Xavi Hernández, hasta el nombre destila una sencillez que, la mayoría de las veces, incluso resulta perjudicial. A su manera, lleva siendo mucho tiempo el mejor futbolista del mundo, porque es quien consigue que los demás sean mejores, que aporten todo lo que son capaces, como un buen base en el baloncesto. Y todo lo hace sencillo, sin aspavientos ni poses. Su juego se basa exclusivamente en poder combinar con los demás. Recibe el balón, gira sobre sí mismo, busca y encuentra el lugar y el momento adecuado. Una y otra vez, un año tras otro. Individualmente no destacaría, pero demuestra que aunque haya que correr, saltar y golpear el balón, al fútbol, como todo en esta vida, se juega con la cabeza.
El último día, el último partido, tan sólo se trata de ganar, como sea. Pero es verdad que, en general, el camino suele ser más importante que la meta. No se puede negar que, aunque a veces no se consiga, hay que divertirse y hacer disfrutar mientras se intenta ganar. Si no, no merece la pena. Así que espero que el que fue el mejor jugador de la Eurocopa, el motor del Barça durante tantos años, que será el jugador de campo con más partidos en la historia de la selección, sea reconocido también como el mejor del mundo y del Mundial y me encantaría que marcase él el gol de la victoria. No es probable, pero no descartemos que le pueda dar también un pase a la red. Disfrutemos y mantengamos la expectativa, por el partido de mañana y por los tres o cuatro años que, espero, faltan para que se retire.

martes, 18 de mayo de 2010

Sobre perros y gatos

El otro día, como no podía ser de otra manera, estuve muy atento a un documental en horario de siesta sobre felinos. La evolución es un fenómeno misterioso. A esta conclusión llegué también cuando vi el reportaje sobre una convención de tunning. Pensé, ¿un millón de años evolucionan para esto? ¿No será involucionando?
En fin. Que el reino animal es sorprendente. Pero en particular estaba dándole vueltas a la inteligencia, de los felinos y no felinos. Es curioso que la superdesarrollada inteligencia que se alberga en nuestras desproporcionadas cabezas nos lleve a hacer cosas casi imposibles para el resto del reino animal, como matar por deporte, por venganza, disfrutar con el dolor ajeno, o suicidarnos (¡Tomad nota tuneros!).
Tengo una teoría que ya he comentado, y es tan simple como que el nivel de inteligencia es directamente proporcional al de violencia. Cualquiera que juguetee un rato con un mono o un delfín descubrirá que, si por él fuera, te partiría las piernas y después los dientes. Porque sí, porque yo lo valgo. Y aunque es verdad que hay perros asesinos, razas que generalmente están en manos de los infraseres más fascinantes de la naturaleza, dignos también de documental. Pero si esos perros fuesen verdaderamente inteligentes, atacarían y exterminarías a sus dueños por el bien del ecosistema. Serían perros ecologistas, que reciclarían los desperdicios de la madre natura.
Pero no. Por lo general los perros son especialmente entrañables por su amistad y docilidad. Tienen una extraña facilidad para obedecer: que si túmbate, que si dame la patita... y los pobres lo hacen. Es verdad que no todo es destrucción, que en la naturaleza hay concordia y discordia; el cariño y la honestidad de un perro, y a ratos hasta de un gato, es de agradecer. Pero que una vaca, con su pedazo de cerebro, sus qué sé yo cuántos cientos de kilos y sus cuernazos que atraviesan una pared, salga corriendo cuando das una palmada, es de subnormales; es de evolución a mala hostia. Hay que saber aprovechar los recursos que se tienen. Si tuvieran los monos esos cuernos, el Planeta de los Simios no sería una peli de ciencia-ficción, sería el documental de la 2. Bueno, en realidad, sería al revés, algo así como: "observen al macho humano dominante insultando al joven para mostrarle que aún es el jefe de la manada". O el documental sería como Gran Hermano. Pobres monos, están mejor sin cuernos....
Los gatos son más ingratos, más independientes, menos dispuestos a hacer el numerito de la patita y demás, capaces de arañar la mano que les da de comer. Signo de inteligencia. Ayer, sin ir más lejos, estuve a punto de perder la vida en una pugna sin piedad por un garbanzo que había caído al suelo. Debió de ver en mí un ejemplar perfecto para el contenedor de "orgánico".

martes, 27 de abril de 2010

Idealidad y realidad

"La tendencia fundamental de la filosofía kantiana consiste en poner de manifiesto la completa diversidad de lo real y de lo ideal, después que Locke se había encaminado ya en esa dirección. Superficialmente puede decirse: lo ideal es la forma perceptiva que se representa extensamente, con todas las propiedades que en ella se perciben; por el contrario, lo real es la cosa en sí y para sí, independiente de su forma de representación en el cerebro de otro o en el suyo propio. Sólo que es difícil determinar los límites entre ambos, y, con todo, esto es lo que importa precisamente. Locke ha probado que todo lo que en aquella forma es color, sonido, lisura, aspereza, dureza, blandura, frialdad, calor, etc (propiedades secundarias) es puramente ideal, es decir, que no corresponde a la cosa en sí (...) Locke dejó, en cambio, como lo real, que corresponde en sí, extensión, forma, impenetrabilidad, movimiento o reposo y número, que llamo, por consiguiente, propiedades primarias. Con reflexión infinitamente superior demostró después Kant que tampoco corresponden estas propiedades a la esencia puramente objetiva de las cosas o a la cosa en sí, y que por consiguiente no pueden ser simplemente reales porque están condicionadas por el espacio, el tiempo y la causalidad; pero que éstas, conforme a toda su regularidad y naturaleza, nos son dadas y conocidas antes de toda experiencia ; por lo cual deben estar preformadas en nosotros lo mismo que la manera específica de la sensibilidad y actividad de cada uno de nuestros sentidos. Ha querido, pues, significar que aquéllas son formas de la participación del cerebro en la percepción, como las sensaciones específicas de la de los respectivos órganos de los sentidos. Por consiguiente, según Kant, la esencia de las cosas puramente objetiva, independiente de nuestra representación y su aparato, que él llama cosa en sí, es decir, lo puramente real, en contraposición a lo ideal, es una cosa completamente distinta de la forma que se nos representa perceptivamente, a la que no hay que atribuirle ni siquiera extensión y duración, puesto que ha de ser independiente de espacio y tiempo.

Arthur Schopenhauer, Parerga y Paralipómena, § 13

domingo, 11 de abril de 2010

Anamorfosis

En un pasillo de la escuela a la que Dalí acudía de niño se encontraba una reproducción de "El Angelus", de Jean François Millet, escena del rezo de unos campesinos al atardecer que le marcaría profundamente


Cuando paseaba con su padre por el Cap de Creus, se figuaraba a estos personajes en las rocas que configuraban el paisaje, como todos imponemos las formas e imágenes que llevamos impresas.
(Reminiscencia arequológica de "El Angelus" de Millet)

Las rocas, en realidad, estaban profundamente erosionadas por los efectos del viento, el agua y la sal.
Anamorfosis siginifca transformación, pero es también un dibujo o pintura que ofrece a la vista una imagen deforme y confusa, o regular y acabada, según desde dón de se la mire
(El Angelus arquitectónico de Millet)

Y, al final, no hay mayor deformación que el propio recuerdo, que tiene siempre más de imaginación que de realidad. Pero, ¿qué hay más real que lo que uno imagina y recuerda?
(Recuerdos atávicos después de la lluvia)

domingo, 21 de marzo de 2010

Oda al dolor

Tengo pendiente una entrada en verso, pero tendrá que ser otro día.
El dolor es esa sensación conocida y repetida. Hoy he escuchado a alguien decir: el dolor es un castigo que nos envía Dios. Jehová tan amable como siempre, se agradece. ¡¡Gracias también por las mierdas de perro y por Ramoncín!! (valga la redundancia). Yo diría más bien que Dios es un castigo que nos envía el dolor.
Volviendo al tema, el dolor es un magnífico sistema de alerta del organismo, un sistema de defensa que nos empuja a reaccionar ante un peligro que nos amenaza. Desde un punto de vista médico, dolor es lo mismo que nocicepción; por todo nuestro cuerpo se distribuyen unas particulares terminaciones nerviosas, los nociceptores, que nos dan un aviso cuando se supera cierto límite de calor, presión, etc. En ese momento desearías que no existieran esas mierdas de terminaciones con su mierda de nombre, lo cual lleva a nuestra conciencia a odiar el dolor. El propio organismo sabe bien que ese estado no es bueno ni natural por lo que cuando se agudiza, física o psíquicamente, el cerebro pulsa el botón de standby y nos desmayamos para alcanzar un estado de insensibilidad.
Y, pidiendo disculpas a quienes tengan que escuchar muy a menudo expresiones como "dolor agudo" o "dolor crónico", hay que decir que es necesario y, en cierto modo, hasta bueno. Sin dolor no habría placer, ni sin sufrimiento alegría. ¿Habría noche sin día o frío sin calor? Si no lo hubiera no tendríamos criterio para distinguir y apreciar. Porque conocer y reconocer es distunguir, es apreciar la diferencia. Uno mismo se conoce como diferente de los demás y el frío es lo no-caliente y el calor lo no-frío, porque las cosas sin sus contrarios no pueden definirse, como la paz sin la guerra, lo grande y lo pequeño y lo par e impar.
Por eso, sin dolor no habría placer, que quizá sea simplemente la supresión del dolor, como goza el que come con hambre, el enfermo que sana. Y por esta experiencia máximamente desagradable conocemos su opuesta, por la presencia casi constante del dolor tomamos conciencia de nuestro connatural deseo de liberarnos de ella.
Dice Epicuro, cuando no es intenso, se soporta fácilmente y cuando lo es, dura poco. Y lo decía él, que toda su vida fue un enfermo, que encontraba el mayor placer en un ratito de simple reposo. Por eso no temía a la muerte, y al dolor se lo agradecía, porque suponía la mayor tranquilidad de la que, en cierto modo, disfrutaremos. Porque, en esta constante oscilación entre contrarios, todo pasa de un extremo a otro sin cesar, y el dolor es placer y el placer dolor, que a veces se mezclan cuando disfrutamos de la comida y aún no hemos saciado por completo el hambre. Y cuanto más intenso sea el dolor, ¿no lo será también su supresión?
El dolor es un aviso que nos pone en movimiento para eliminarlo, de un modo u otro; así que larga vida al dolor.

jueves, 18 de febrero de 2010

Exposición

A principios del siglo XXI parece que el ser humano se interroga sobre sus propios actos desde que existe como tal. Su poderosa y quizá exclusiva herramienta, la razón, es esencialmente una capacidad que le permite controlar, dominar, someter. Los conceptos, las palabras, los números, son símbolos para clasificar su realidad, y así todo se instrumentaliza, se mecaniza, se hace lógico y nos permite cierto sosiego por la sensación de que podemos controlar nuestro entorno y dirigirlo por el camino que queramos marcar, aunque ello implique la destrucción de todo objeto que no sea uno mismo.
Pero no es mi intención escribir sobre el cambio climático, el deterioro de la naturaleza y de los seres humanos que forman parte de ella. Lo que quiero es hacer una exposición de nuestra radical exposición. La historia del hombre y su razón presenta un relato que contrasta absolutamente con la experiencia individual, al menos la mía. Usar un ordenador y conducir un coche son actividades de muy poco significado, algo que carece de importancia real. El dominio que ejerzo (gracias a mi capacidad simbólica y racional, como descendiente de un mono que un día sufrió una penosa mutación y adquirió una enorme conciencia de sí y de su entorno, que accedió al mundo de lo abstracto, de lo pasado, lo futuro y hasta lo inmaterial) no resulta ser más que una ilusión, o como mucho una insignificancia.
¿Qué quiero decir con exposición? El diccionario, al margen de otras muchas acepciones imaginables, recoge en la novena lo siguiente: "Situación de estar expuesto o de exponer o colocar algo para que reciba la acción y a los efectos de otros agentes" y añade algo que incluso me resulta gracioso, "como el sol, los rayos X, etc.". Sí claro, nos exponemos al sol y nos ponemos morenos aun sin querer y nos hacemos radiografías. Agentes demasiado obvios, y casi hasta tangibles. Pero el individuo, que se cree, y con razón, el centro mismo del universo, extiende su miserable dominio en un entorno que escapa a cualquier control.
Y no escribo pensando en terremotos, tormentas, virus o cualquier fenómeno o accidente natural, que necesariamente nos muestra nuestra condición endeble y precaria. Pienso en los agentes de nuestra vida y nuestra sociedad, los otros, y nosotros y el azar. Los demás son impredecibles, incontrolables por mucho que sea nuestro poder y deseo; estamos a su merced, al cruzar la calle y al preguntar la hora, al ordenar y al pedir limosna. Pero más triste es darse cuenta de que uno ni siquiera tiene poder y dominio sobre uno mismo, cuando se descubre actuando de forma que nunca imaginó, que su reacción poco tiene que ver con su pensamiento, que la condición corporal determina casi todo cuanto hacemos, que nos creemos libres sin apenas vislumbrar qué es lo que determina nuestros propios actos. Y luego están las situaciones, los momentos, las oportunidades, lo espontáneo, lo aleatorio, lo irrepetible, lo que nuestra condición de mono erguido con pulgar retráctil y gigantesca cabeza no supo prever. Lo que quizá, incluso más allá de cualquier condición, no se pudo anticipar. y que generalmente contribuye de manera decisiva en nuestros vínculos afectivos, el trabajo, la salud, e incluso la vida y la muerte.
¿Existe realmente el azar si todo efecto tienen una causa y todo consecuente su antecendete, si lo futuro no se predice sino por el desconocimiento de los miles de variables y concausas que confluyen para dar lugar al acontecimiento? A nadie le importa; porque está fuera de todo control. Porque nosotros mismos somos como una enorme casa, pero con un sótano al que no podemos acceder: a veces suben olores, a veces podemos entrever algo por una rendija; aunque quién sabe si allí hay un hombre que intenta escapar por un agujero hasta el jardín, una maquinaria que remueve los cimientos de la casa, un mago que nos dirige como a una marioneta o una bomba de diez megatones programada para destruirlo todo. Probablemente todo eso y alguna cosa más. Y el dominio que tenemos del mundo es, más o menos, como el de nuestro rumbo subidos en esas barquitas de pedales en alta mar. Por más que uno se esfuerce, el viento, la lluvia o incluso los aleteos de las ballenas serán los agentes en nuestra natural exposición, quienes determinen sin saberlo si acabamos ahogados, regresamos a casa o terminamos en una isla paradisíaca o esclavizados en un barco pirata. Así que yo voy a dejar de pedalear y a difrutar de la vista. O, si acaso, a refugiarme como pueda de la tormenta.

miércoles, 3 de febrero de 2010

Cien

Esta es la entrada número 100 del blog. No son muchas para el tiempo de su absurda existencia, pero es que soy bastante plasta y no se puede escribir muy a menudo.
El 100 no es un número de la serie de Fibonacci, una pena. Yo, de momento, sigo en mis trece (que sí lo es) porque creo que la matemática, como otro lenguaje más, es creación de la mente humana, nuestra manera de comprender el mundo en que vivimos. Y la física que no se adpata a los patrones matemáticos nos resulta extraña y oscura, pero es sólo porque no se adecúa a nuestros modos de conocimiento. Las cosas no tienen una lógica ni un orden interno y real, sino sólo el que podemos aplicarles, haciéndolas así cognoscibles y domesticables. La razón no es algo que pertenezca a la realidad sino sólo al entendimiento. Es, por así decir, el molde de nuestro conocimiento. Es como el cubo de playa de un niño que, después de llenarlo y dejarlo cuidadosamente en el suelo, se asombra de que esa masa de arena tenga la misma forma que su cubo.
Un tal Aristóteles dijo aquello tan famoso de que "el arte imita a la naturaleza". Pero no se refería, como se suele pensar, a que Antonio López pinte un membrillo que está delante de sus narices, sin oa que los procesos del arte son semejantes a los procesos de la naturaleza. Quizá porque éstos son los únicos que nosotros podemos descubrir, quizá porque con el cubo de plastico apresamos la realidad y con él creamos después un objeto artístico, un afbuloso castillo de arena. Quizá son semejantes porque es una y la misma razón la que cree descubrir aquí y crear allá, porque sólo tenemos un molde que utilizar. Pero no me voy a poner yo a dar lecciones a Aristóteles, ¡hasta ahí podíamos llegar! Porque además él quería decir que arte y naturaleza se oponen al azar, ya que todos sus actos están encaminados a un fin. Aunque quizá el fin sea parte fundamental del molde...
A lo que iba es a lo siguiente. Como dije, los artistas se han servido de estos descubrimientos, matemáticos, naturales o como se quiera. Aquí tenéis dos ejemplos de mi enfermo mental favorito. El primero es la "Leda atómica", de 1949. En él podemos ver a Leda siendo seducida por Zeus, en uno de sus discretas transformaciones, esta vez un cisne. ¿Cómo un cisne puede seducir a una mujer? Pues entiendo que por algún tipo de embrujo y porque no le apetecería transformarse en George Clooney. De esta sencilla unión nacieron Cástor y Polux gracias al huevo que Leda puso, y también Helena y Clitemnsetra, tan jugosas para la épica y la tragedia.
La obra fue diseñada en colaboración el matemático rumano Matila Ghyka, que había estudiado en profunidad la razón aúrea.
La imagen se puede ver más grande si se hace clic sobre ella. Leda, que una vez más es Gala, parece estar sentada sobre un pedestal. Pero no. Es atómica porque Dalí quería representar las modernas teorías físicas que mostraban la discontinuidad de la materia y la ausencia de contacto entre las partículas subatómicas. Así, se puede observar que ella no toca el pedestal, ni éste su base; que todo flota armónicamente y que incluso el agua flota sobre la arena sin tocarla.
Pero es en un boceto donde se aprecia el método de composición, ya que la proporción dorada aparece también entre la diagonal y el lado de un pentágono regular, en el cual se inserta la escena principal del lienzo. Más en concreto, Dalí traza un pentagrama o pentalfa, una estrella trazada dentro de los tres triángulos isósceles del pentágono, que los pitagóricos usaban como símbolo secreto para reconocerse como miembros de la secta.

Pero me gusta aún más la que viene a continuación. Dalí quedó fascinado (no creo que le sorprenda a nadie) por la lectura de "la interpretación de los sueños", de ese obseso sexual llamado Freud. En parte, se insipiró en él para la elaboración de lo que llamaba método paranoico-crítico, mediante el cual buscaba materializar lo irracional, transformar el mundo onírico en imágenes, plasmar lo que subyace a la conciencia, lo desagradable, estacológico, incomprensible, junto con imágenes de la percepción ordinaria. La paranoia, si traducimos del griego, es lo que se encuentra junto a, o en frente del pensamiento o la mente. Hoy es una perturbación, una ilusión y, por lo tanto, falsa o irreal, pero coherente.
Y todo esto lo combiaba con los métodos más racionales y las rutinas más severamente establecidas. El sencillo título de la obra que veis es "Semitaza gigante con anexo inexplicable de cinco metros de longitud", pintada entre 1944 y 1945, donde se combinan magistralmente lo onírico y lo matemático. Podemos ver la granada que aparece en tantas obras, los objetos flotantes y el paisaje de Cadaqués (en conreto, un islote del cap de Creus llamado "sa rata", que además parece un rostro emergiendo del agua, para rizar el rizo).

Desde luego, el cuadro delirante sí que es, para variar. Pero esta vez el anexo inexplicable que sale de la taza es enteramente explicable porque obliga a prolongar el lienzo hasta construir un rectángulo áureo. Y a éste se llega después de la construcción de otros cuatro rectángulos áureos, construidos a partir del cuadrado en que se inserta la taza.
La luz y la sombra del horizonte marcan el paso de la espiral que atraviesa los rectángulos y que termina exactamente en la base de la taza flotante.



"El hecho de que yo, en el momento de pintarlas, no entienda el significado de mis cuadros no quiere decir que no lo tengan; al contrario, su significado es tan profundo, complejo, coherente e involuntario que escapa al simple análisis de la intuición lógica"
(Salvador Dalí)
Porque las cosas, las obras de arte, el universo en su conjunto no tiene más significado que el que uno sea capaz de extraer con las herramientas de las que dispone y, creo yo, tendrá siempre la misma forma que el molde con el que lo extraemos, matemática u onírica.

Alcmeón de Crotona: Acerca de las cosas invisibles y de las cosas mortales, los dioses tienen conocimiento evidente; pero los hombres sólo poseen conocimiento a través de signos (DK 24 B 1).
Filolao de Crotona: Todas las cosas tienen, en verdad, número; pues sin él nada se puede pensar o conocer (DK 44 B 4).

domingo, 31 de enero de 2010

Fibonacci

Tengo un amigo, y en ocasiones lector, al que dedico esta compleja entrada, que tiene la extraña costumbre de leer el diccionario, sobre todo ahora que tiene uno de calidad. Recomiendo el diccionario soez y el del diablo porque son más ingeniosos, pero el original da mucho que pensar.
El otro día encontré la palabra "ocho" y se definía como siete más uno. Curioso: los números se definen relacionando unos con otros y todos con la unidad. No hay otra manera de definir el diez que diciendo nueve más uno. Entonces buscamos número y nos dice que es la "expresión de una cantidad con relación a su unidad". Y la unidad es la "cantidad que se toma por medida o término de comparación de las demás de su especie". Así que nos quedamos como estábamos. Porque aunque la uunidad sea también la "propiedad de todo ser, en virtud de la cual no puede dividirse sin que su esencia se destruya o altere", me da la sensación de que los números son una construcción mental, una red que proyectamos al mundo para apresarlo y comprenderlo. Las palabras y los números, que son abstracciones, entes de pensamiento y no objetos físicos o sensibles, conforman nuestra manera de comprender el mundo.
Un par de días después he sabido de la exitencia de un tal Leonardo de Pisa, alias Fibonacci. Este señor, que introdujo los números arábigos en Europa, es más conocido por describir una sucesión que, al parecer, ya se conocía en oriente, y que suponía la solución a un problema de cría de conejos, calculando cuántas parejas habría al cabo de un año a partir de una sola, sabiendo que necesitan un mes para poder reproducirse.
La serie resultante es 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34, 55, 89, 144, 233........
Cada número es la suma de los dos anteriores. Y además posee cientos de características curiosas. Cada tres números aparece uno par;cada cuatro uno divisible entre 3; cada cinco entre 5; cada seis entre 8....
Pero lo más sorprendente es que el cociente entre dos términos sucesivos de la serie tiende cada vez más al número áureo. ¿Y eso qué es lo que es? Pues un número irracional (uno más raíz cuadrada de cinco, dividido entre dos; más o menos 1,618) que se representa con la letra griega "phi" en honor a Fidias, porque se trata de la proporción entre la altura y la anchura del Partenón. Antiguamente, la belleza se entendía como cierta proporción y armonía, en la que se basa también la música. Y Platón, que era un pitagórico a su modo, entendía que el mundo había sido formado de acuerdo con figuras geométricas, cuatro de los poliedros regulares y que por eso el universo está escrito en caracteres matemáticos, de tal manera que podemos, por decirlo de alguna manera, decodificarlo.
Volviendo al número áureo, podría expresarse diciendo que dos segmentos x e y guardan esa proporción cuando x+y es a x como x es a y. Es más fácil de lo que parece. Porque el número, más que una cifra, es una relación. Gráficamente, es la relación de los lados entre sí y con el conjunto que ambos forman.
Y lo que ocurre es que si unimos cuadrados cuyo lado sea un número de la sucesión de Fibonacci, obtenemos rectángulo que se aproximan cada vez más a ese número o proporción áurea o dorada.
La adición de esos cuadrados va formando rectángulos cuya relación entre lados es cada vez más próxima a "phi". Según dicen, tiene cierta utilidad.

Resulta comprensible que muchos artistas se hayan servido de esta proporción para componer sus obras, desde Vitrubio a Dalí, pasando por Durero y Leonardo Da Vinci. Si tomamos un rectángulo áureo y trazamos un cuarto de círculo desde uno de los vértices, obtenemos una figura como la siguiente
Una espiral áurea que, en princpio, no es más que otra figura creada por matemáticos y cuya utilidad sólo ellos conocen. Pero parece que las ramas de los árboles crecen siguiendo la secuencia de Fibonacci; y también las hojas que crecen en cada rama. Las semillas de las margaritas forman 21 espirales en un sentido y 34 en el otro. Y los girasoles 55 en uno y 89 en otro, y a veces 89 y 144. Y las piñas 8 y 13 o 5 y 8.
En fin, ya seguiré con el tema. Será que aplicamos los números o será que los descubrimos. Yo ya no sabría decir.

lunes, 18 de enero de 2010

Ocultismo

Vengo de la biblioteca pública, de recoger mi carnet y buscar unos libros. Como es habitual, me dirijo a la sección de filosofía y observo con satisfacción que hay más libros de los que pensaba; no muchos, pero es que esperaba muy poco. Recorro los estantes con la vista y me topo con el compañero inseparable de la filosofía en toda biblioteca que se precie: el ocultismo. He soltado una carcajada, aunque no es la primera vez que veo algo así. Por un momento he pensado en preguntar por el autor de la genial idea de que los libros de filosofía y los de ocultismo se entremezclen de manera tan escandalosa. Pero después he pensado que, primero, no encontraría a tal individuo o conjunto y, segundo, quizá su respuesta fuese algo así como que se le ordenó el espíritu de su tatarabuelo que sigue viviendo en su casa del pueblo, ante lo cual nada podría yo decir.
Es curioso comprobar cómo los libros de Bertrand Russell, Descartes, Popper y Aristóteles tienen la desgracia de compartir lomo con otros que llevan títulos tan sugerentes como "Astrología para principiantes", "El triángulo de las Bermudas", "Psicofonías" y "Tu horóscopo". Da gusto verlo.
Me gustaría poner una cámara oculta y conocer a aquellos capaces de ponerse a leer cosas como esas. Seguro que son los mismos que, cuando tuvieron que soportar las clases de filosofía, preguntaban: "¿y eso pa qué vale?". Pues vale para ser un poco menos idiota, que algo es algo; y para llegar a comprender que el ocultismo, si vivieramos en una sociedad un pelín mejor, estaría prohibido. Porque es verdad que hay que tolerar opiniones y casi conformarse con que la gente lea (sea lo que sea), pero tampoco veo necesidad de fomerntar la estupidez, que por sí sola se propaga como la mejor de las lepras.
La filosofía: un intento de comprender racionalmente la realidad, el ser humano, el propio conocimiento, sin nunca conseguirlo por entero, tampoco parece capaz de explicar el hecho de que alguien mezcle sus libros con los de ocultismo, que es algo así como un conjunto de prácticas mágicas y misteriosas que busca desentrañar los secretos de la naturaleza, explicar lo oculto. Y para ello se sirve de las patrañas más grandes que se pueden imaginar; con lo cual, deberían estar en el polo opuesto de aquellos que buscan dar razón de los hechos y los comportamientos.
Mis amiguetes y yo usamos muy a menudo (por supuesto con el propósito de la humillación y la mofa) una frase: si no sabes di "no sé". Pero claro, todo buen amante del ocultismo sabrá de buena tinta que, si hay algo difícil de explicar, algo cuyas razones desconocemos, es mucho mejor inventarse cualquier cosa para quedar bien, y a ser posible tan estúpida que resulte imposible comprobar que lo es. Si la ciencia médica no puede explicar la enfermedad de un individuo, digamos mejor que el demonio, aburrido en sus infiernos, lo ha poseído; y nadie mejor que un cura con un crucifijo y una ristra de ajos para solucionar el problema. Si hay una mancha rara en la pared, ¿por qué vas a pensar que es una humedad cuando tú crees que es la cara de la Virgen, que no han encontrado un modo más sutil y menos antihigiénico de presentarse? Y si utilizas una grabadora y escuchas un sonido raro e indescifrable al reproducir, no pienses que el cassette tiene una calidad de sonido lamentable o la cinta defectos, pues lo más probable es que algún espíritu tenga algún mensaje para ti, que eres imbécil perdido. Además, lo astros demuestran que todos los que nacieron entre el 21 de septiembre y el 21 de octubre, son gente con el mismo carácter y las mismas circunstancias y probablemente este semana conocerán a alguien que cambiará su vida, en el trabajo deberán maneterse al margen de los problemas y en el dinero tendrán que privarse de un capricho pensando en el futuro. Porque nadie mejor que una vieja haciendo un solitario con una baraja de lunas, esqueletos y duendes puede decirte cómo será el futuro. Y si es por 1,50 euros el minuto, la probabilidad de acierto es aún mayor.
Pensándolo bien, ahora que empieza el plan Bolonia, voy a proponer a la Univerisdad un grado en ocultismo, para que así, en vez de terminar de telefonistas en Orange podamos hacer feliz a la gente desentrañando los misterios de la naturaleza sin necesidad de Newton, Darwin ni Einstein, que con sus físicas y sus mamarrachadas no me permiten comunicarme con Elvis y Bob Marley con una tabla de madera y un vasito, que es como se ha hecho toda la vida.

lunes, 4 de enero de 2010

Rascacielos

Hoy, 4 de Enero de 2010, la casualidad ha querido que tengan lugar dos curiosos acontecimientos.
Hoy se inaugura el que pasa a ser el edficio más grande del mundo. Se trata del Burj Dubai, un modesto rascacielos que aquí veis y por su nombre podréis imaginar dónde se ha construido. Y quizá no sólo por el nombre. Porque si hay una palabra que me sugiere cualquiera de los Emiratos Árabes es "despilfarro". El azar, una vez más, y la geología, quisieron que (como la divinidad del dinero lleva los ojos vendados) el primer pastor de cabras que pasaba por allí, descubriera algunos de los yacimientos de petróleo más grandes del planeta y que además ese viscoso líquido negro fuese el motor del mundo entero. Por eso, como allí algunos tienen tanto dinero como para no preocuparse nunca más por él, se dedican a cosas tan útiles y significativas para la humanidad como construir audis A8 de plata maciza o pistas de nieve en mitad del desierto. Y así, el destino permite combinar los más modernos y vanguarditas diseños con la tradición y el sabor bucólico de matar a las mujeres infieles a pedradas. Porque el dinero no debe hacernos olvidar lo que somos.
Pero, dejando a un lado mi desprecio por un relativismo cultural mal entendido, el edificio en cuestión alcanza los ¡¡818 metros sobre el suelo!! frente a los 529 del Taipei 101, que ahora ocupa el segundo puesto de la lista. Y, para que se hagan una idea aquéllos que, como yo, tienen vértigo en el balcón de un sexto piso, el Burj Dubai es aproximadamente el doble de alto que el Empire State, con su mirador en el piso 86.
Me encantan estos edificios con sus innovadores diseños y su moderna funcionalidad. Recuerdo que hace ya bastantes años paseaba por Nueva York contemplando las imponentes construcciones a pesar de los avisos de mis cervicales. Y uno siempre ha oído eso de: "claro, como aquí no se puede crecer a lo ancho y largo, aprovechan el espacio hacia arriba". Como dice un amiguete, estaría bien si fuera verdad. Hoy en Manhattan ya no cabe ni un solo Starbucks más, pero en los años 20 y 30 ocurría una cosa: que los seres humanos eran igual de vanidosos, soberbios y ostentosos que hoy. Se cuenta que los constructores y propietarios del edificio Chrysler consiguieron permiso para construir en secetro una aguja y desplegarla desde el interior para conseguir así convertirse en el edificio más alto del mundo. Lo cual debió estimular a alguien (cuyas ansias de alcanzar el cielo debían ser inversamente proporcionales al tamaño de su pene) a construir el Empire State y superar el listón un año después. Así que no, no es cuestión de utilidad, de maximizar el espacio y los recursos, sino de hacerse notar. Efectivamente, piensa mal y acertarás. Siempre que haya personas de por medio, de entre dos explicaciones posibles, la más estúpida suele ser la correcta.
Y digo yo, ¿rascacielos? ¿quién inventó esta palabra? ¿es que un edificio rasca? ¿es que se puede rascar el cielo? Entiendo que es una metáfora, pero podrían haber pensado algo mejor, "buscacielos" o "alcanzacielos" o algo menos prosaico como "acaricianubes" (y si no temiera ser políticamente incorrecto diría "atrapaaviones", pero yo no soy así). En fin, los rascacielos, bastante bonitos a la vista y bastante ridículos al pensamiento.
Y hoy, que algún sensiblero dirá por televisión que el cielo está un poco más cerca, hoy 4 de Enero, es el día en el que el sol está más cerca de la tierra (y al revés, claro). Hoy los 150 millones de kilómetros se han quedado en unos insignificantes 147,5. Hoy la luz con que lo vemos brillar ya no es la de hace 8 minutos y 19 segundos, sino la de algún segundito menos. Una estrella relativamente pequeña, pero de las más brillantes, nacida hace 5000 millones de años y con combustible para otros tantos. Tiempo suficiente para que algún pastor de cabras construya allí otra pista de nieve.