martes, 18 de mayo de 2010

Sobre perros y gatos

El otro día, como no podía ser de otra manera, estuve muy atento a un documental en horario de siesta sobre felinos. La evolución es un fenómeno misterioso. A esta conclusión llegué también cuando vi el reportaje sobre una convención de tunning. Pensé, ¿un millón de años evolucionan para esto? ¿No será involucionando?
En fin. Que el reino animal es sorprendente. Pero en particular estaba dándole vueltas a la inteligencia, de los felinos y no felinos. Es curioso que la superdesarrollada inteligencia que se alberga en nuestras desproporcionadas cabezas nos lleve a hacer cosas casi imposibles para el resto del reino animal, como matar por deporte, por venganza, disfrutar con el dolor ajeno, o suicidarnos (¡Tomad nota tuneros!).
Tengo una teoría que ya he comentado, y es tan simple como que el nivel de inteligencia es directamente proporcional al de violencia. Cualquiera que juguetee un rato con un mono o un delfín descubrirá que, si por él fuera, te partiría las piernas y después los dientes. Porque sí, porque yo lo valgo. Y aunque es verdad que hay perros asesinos, razas que generalmente están en manos de los infraseres más fascinantes de la naturaleza, dignos también de documental. Pero si esos perros fuesen verdaderamente inteligentes, atacarían y exterminarías a sus dueños por el bien del ecosistema. Serían perros ecologistas, que reciclarían los desperdicios de la madre natura.
Pero no. Por lo general los perros son especialmente entrañables por su amistad y docilidad. Tienen una extraña facilidad para obedecer: que si túmbate, que si dame la patita... y los pobres lo hacen. Es verdad que no todo es destrucción, que en la naturaleza hay concordia y discordia; el cariño y la honestidad de un perro, y a ratos hasta de un gato, es de agradecer. Pero que una vaca, con su pedazo de cerebro, sus qué sé yo cuántos cientos de kilos y sus cuernazos que atraviesan una pared, salga corriendo cuando das una palmada, es de subnormales; es de evolución a mala hostia. Hay que saber aprovechar los recursos que se tienen. Si tuvieran los monos esos cuernos, el Planeta de los Simios no sería una peli de ciencia-ficción, sería el documental de la 2. Bueno, en realidad, sería al revés, algo así como: "observen al macho humano dominante insultando al joven para mostrarle que aún es el jefe de la manada". O el documental sería como Gran Hermano. Pobres monos, están mejor sin cuernos....
Los gatos son más ingratos, más independientes, menos dispuestos a hacer el numerito de la patita y demás, capaces de arañar la mano que les da de comer. Signo de inteligencia. Ayer, sin ir más lejos, estuve a punto de perder la vida en una pugna sin piedad por un garbanzo que había caído al suelo. Debió de ver en mí un ejemplar perfecto para el contenedor de "orgánico".

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy seguramente XD

Mira que son cabrones los mininos.

Ginebra dijo...

Pues a mí los mininos me encantan, me parecen bellos e inteligentes. Los perros también me gustan, no quiero entrar en el debate de cuál es tu prefe: si perro o gato... el caso es que pasó usted del documental (supongo que de la 2:))) al comportamiento de vaca, perro y gato. Se notan los años de filosofía:))) Besos

Unknown dijo...

Retrack
esta chevere tu blog... segui posteando.

ahi te dejo para que lo cheques:

www.tumentepoderosa.blogspot.com

fer

Anónimo dijo...

Como presidente de tu club de fans por derecho divino y después de cuatro meses sin que escribas nada (en el blog), exijo que te curres alguna entradita.

He dicho.

Johnny Mannes