"Pretender que de toda ciencia resulte algo distinto de ella misma y que ésta deba ser útil es propio del que ignora por completo cuánto separa en origen a las cosas buenas de las necesarias, pues se diferencian en grado sumo. En efecto, a las cosas que queremos en virtud de otras, y sin las cuales es imposible vivir, se les debe llamar «necesarias» y «concausas», mientras que las queremos por ellas mismas sin que de ellas se siga ninguna otra cosa, las llamamos con propiedad «buenas». Y es que esto no es deseable por aquello, y aquello en virtud de otra cosa, y prosiguiendo así hasta llegar al infinito, sino que la serie se detiene en algún punto. Es ya, por tanto, del todo ridículo demandar de cada cosa otro provecho más allá de la cosa misma, y preguntar: «¿qué provecho tiene, entonces, para nosotros?» y «¿qué utilidad tiene?» Pues en verdad, como decimos, quien habla así no parece ser el que conoce lo bello y lo bueno ni el que distingue la causa de la concausa" (Aristóteles, Protréptico, 42).
Lo necesario y lo útil nunca son fines en sí mismos, sino que se buscan por alguna otra cosa, por lo que se convierten en esclavos, en actividades serviles. Lo inútil, sin embargo, es lo más excelente de todo, lo que se desea por sí, sin que de ello se derive ninguna otra cosa. Esos son los placeres de la contemplación, los que se buscan por sí mismos, por el mero hecho de conocer, por el simple placer que reporta, algo para lo cual la naturaleza nos ha otorgado una facilidad inimaginable; algo que ya demuestran los niños, con su asombro y curiosidad, y sobre todo con su inocencia aún no pervertida por las costumbres de una sociedad esclava y servil obsesionada con lo útil, con lo que no vale por sí mismo sino que depende de aquello que produce.
Escuché una vez a José Hierro, premio Cervantes si no recuerdo mal, comparar la vida con una pista de patinaje. Allí estamos moviéndonos, patinando, viajando de un lado a otro y, sin embargo, no preguntamos «¿dónde vamos?» Porque la respuesta es a ninguna parte, porque no queremos ninguna otra cosa que no sea el patinar mismo, sin destino, sin objetivo. Es como la vida, que tiene que cubrir ciertas necesidades para sostenerse, la servidumbre de lo útil. También hay que calzarse unos patines para patinar. Pero lo inútil, lo más excelente, es disfrutar del propio viaje, de ese no necesitar ninguna otra cosa que es la libertad suprema.
4 comentarios:
Una vez perdido el espíritu renacentista, la sociedad actual está subyugada por el utilitarismo e imbuida por el buenismo de lo politicamente correcto; irremediablemente vamos encaminados a una sociedad rebaño...
¡que se revelen las ovejas negras!
Tu lo has dicho, lo necesario nos convierte en esclavos, de asentamiento e incluso de alienación en contra de nuestra propia libertad.
Tu última frase, lo más excelente es disfrutar del propio viaje y de no necesitar ninguan otra cosa... la suscribimos.
Un saludo.
El principal problema es que no podemos dejar de ser esclavos de nuestra propia condición. ¿ Eres un esclavo por necesitar dormir ?¿por comer?
Todo eso lo podrías hacer sin necesidad de pertenecer a una sociedad como la que tenemos, pero, te dará eso más libertad para con esas acciones ? Se puede ser realmente libre ?
(CITA FRIKI: Como diría Bowman, oh Dios mío… está lleno de estrellas)
Cuando leo cosas así, no me arrepiento de haber estudiado Filosofía. Es más, por un breve instante hasta me alegro.
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