martes, 29 de julio de 2008

Pensamientos en el mar

Hoy quiero proponeros un pensamiento, o quizá más bien una sensación, porque supongo que muchos de vosotros la habréis experimentado en más de una ocasión. Y debo agradecerle la inspiración a ladelmedio, pues esto que os voy a contar ha vuelto a mi mente gracias a la bonita última entrada de su blog. Pero antes de nada, os dejo la canción perfecta para el asunto, por si la queréis ir escuchando al leer. En esta versión no se oye el sonido del mar, como en la de estudio, pero es que me gusta más y me parece que suena mucho mejor.

El caso es que, como digo, su entrada me ha retrotraído a una situación muy común, teniendo en cuenta las pocas veces que tengo la oportunidad de sentarme y contemplar el mar. Algo así como esos olores que te traen a la memoria un lugar o un acontecimiento concreto. No sé si será cosa mía, pero nada me hace pensar tanto en mí mismo como sentarme en la arena de una playa, preferentemente con poca gente y si es de noche mejor que mejor. En realidad es algo muy natural, porque contemplar esa inmensidad de agua en movimiento le hace a uno darse cuenta de lo pequeño e insignificante que es.
En realidad, esto no es algo muy nuevo. Hace siglos que esto se ha llamado sentimiento de lo sublime y el amigo Kant lo define como una sensación de displacer provocada por la contemplación de la naturaleza como algo abrumador de dimensiones que nuestra capacidad intelectiva no es capaz de asimilar. Desde luego, uno mira el mar y el horizonte hasta donde alcanza la vista y queda sobrecogido por la inmensidad. Pensamos en su extensión y en su profundidad y nos preguntamos qué somos ante esa infinitud. Y cuando esto os pase, os inivito a hacer lo que yo siempre hago: llevo la mano al suelo y cogo un gran puñado de arena. Si es de noche, incluso se puede acompañar este movimiento con una mirada a las estrellas. Y entonces pienso en esa frase que escuché en el programa del señor Punset (ojalá que se mejore) y que empezaba así: "Teniendo en cuenta que hay tantas estrellas en el universo como granos de arena en todas las playas del mundo...". No sé cómo acababa pero me da igual. Te miras la mano y ves que tienes cientos de granos en la palma de la mano y vuelves a mirar al mar para ver cómo rompen las olas. Y tratas de pensar en algo así como en un número, o en un tamaño o un tiempo, pero si lo comparamos con nosotros mismos, cosa inevitable porque somos la referencia del universo entero y todos sus componentes, sólo puedes asombrarte y preguntarte qué increíble casualidad te ha llevado a ti hasta ese lugar en ese momento.
Recuerdo ahora una canción que dice: "en el libro de ciencia he podido estudiar que somos microbios venidos a más". Pero no, somos simpemente microbios, vidas pequeñas. Así que al final, como uno descubre que no es más que una ínfima porción de una minúscula piedrita que gira alrededor de uno de los granos de la playa, como estamos entre lo infinítamente grande y lo infinitamente pequeño, ya que es imposible comprender, al menos podemos contemplar.


"Cuando nos perdemos en la consideración del infinito tamaño del mundo en el espacio y en el tiempo, meditamos sobre los siglos pasados y venideros, o también cuando el cielo nocturno nos pone ante los ojos los innumerables mundos efectivos y la inconmensurabilidad del mundo penetra en la consicencia, nos sentimos a nosotros mismos empequeñecidos hasta la nada, nos sentimos en cuanto individuo, en cuanto cuerpo vivo, en cuanto fugaz manifestación de la voluntad, como una gota en el océano deshaciéndose vertiginosamente en la nada. Pero al mismo tiempo frente al espectro de nuestra propia futilidad, se eleva la consciencia inmediata de que todos esos mundos sólo existen en nuestra representación. La consciencia de ese sentimiento es lo que los Upasinad de los Veda enuncian repitiéndolo en diversas formulaciones, entre las que destaca esta sentencia: Yo soy todas estas criaturas en su totalidad y ningún ser existe fuera de mí. Se trata de la sublimación del propio individuo, del sentimiento de lo sublime"

10 comentarios:

Sibyla dijo...

Una de las cosas que más me inspiran y emocionan es el mar...
Y la imagen que has puesto, es para perderse en él.

En alguna parte leí que es el espectáculo más maravilloso del mundo...y para mí lo es, aunque eso me recuerde que son infimamente tan pequeña como un maxi microbio.

Un abrazo:)

Pilar Cita dijo...

Se te siente reflexivo/nostálgico y sea lo que sea, te hace escribir muy bonito.

El mar tiene un efecto hipnótico que conecta la mente a una dimensión poco habitual.

Sobre la sublimación del individuo, del sentimiento de lo sublime, me ocurre justamente en esos momentos nocturnos que describes y tienes las estrellas titilando sobre ti, el mar ofreciéndose bellísimo y susurrante, delante de ti y si a tu lado tienes a la persona adecuada, creo no conocer nada más absolutamente sublime.

Un placer leerte.

germanbg dijo...

Por mucho que inventemos, por mucho que descubramos, no creceremos y seguiremos teniendo esa sensación de lo sublime.
ES algo que es así ahora y siempre.
SALU2

charly dijo...

Yo como minimo necesito ver el mar una vez al año, totalmente de acuerdo con que te das cuenta lo pequeños que somos, solo estando en una orilla y mirando el horizonte...La sensacion de ir llegando a la costa con el coche y ver la inmensidad del mar... Como bien decias, y te referias a la frase de punset( esperemos se mejore menudo crack este señor), es darte cuenta de lo grande del universo, y quieras que no te hace pensar. Por lo menos a mi. Puede que sea una sensacion que tengamos los que no estamos acustumbrados a tener el mar a diario, pero desde luego es una sensacion que me encanta el verlo, olerlo, pasear y como no..pararte a pensar con la calma :)

La estatua del jardín botánico dijo...

Tío, qué pasada. Con cada post te superas a ti mismo. Hasta la fecha, éste es el que más me gusta. Me ha encantado. No has podido explicarlo mejor y más bonito. Tantos besos como granos de arena en todas las playas del mundo.

Anónimo dijo...

Yo la verdad, es que no pienso tanto cuando voy al mar. Pienso más en lo fría que está el agua, en lo que quema la arena...Sólo me da por "meditar" mirándolo cuando estoy de bajón.
Sin embargo, me pasa algo parecido cuando voy a la montaña 8sabes que soy mucho de eso) y miras por la noche el cielo1 supongo que al final es lo mismo.
Saludillos vecinillo

interpreta-sones dijo...

precioso texto, desde luego. leer tus reflexiones con jupiter crash ha sido gozoso. la experiencia marina es un síndrome de stendhal
acuoso.

Anónimo dijo...

No escribes tan a menudo como nos gustaría, pero cuando lo haces se nota que te gusta y no "callas". Un placer leerte. Desde luego la diferencia entre lo que el hombre cree ser y lo que realmente es inmensa. Si lo viésemos con claridad, seríamos más humildes...
Besineees...

Retrack dijo...

Me da mucha pereza contestar uno por uno, pero gracias a todos por las aportaciones y comentarios. Con un público así da gusto escribir. Hay más piropos de los que merezco, pero se agradecen de todas formas.
Saludos para todos

Inma Cañete dijo...

No te puedes imaginar lo que he sentido al leer este post. He tenido tantas veces esa sensación de ser tan poca cosa en relación a la inmensidad del universo... me he identificado con cada palabra. Me alegro de haber inspirado mínimamente esta pedazo de reflexión. Besos, estrellas y arenas.