martes, 3 de junio de 2008

Enfermos mentales: un colega y Pepito

Acabo de rescatar una caja de zapatos de casa de mis padres. Como si yo tuviera zapatos... Es una caja que abro cada cierto tiempo (bastante), en momentos de melancolía o añoranza de tiempos pasados. La caja está llena de cartas, y dado el tamaño de mis pies, pues seguramente habrá más de cien. Y es que la adolescencia es un período muy difícil en la vida de las personas, y yo en particular hacía cosas verdaderamente extrañas en las que no merece la pena entrar, aunque no digo que ahora no las haga, pero es curioso comprobar las que uno hacía y ya no hace. Siempre he tenido cierta tendencia a comunicarme por escrito, porque a uno le da tiempo a pensar las cosas y a repasar y suprimir las que no te gustan después de leídas. Pero eso tiene sentido cuando tienes que decir algo importante, que generalmente no era el caso.
El caso es que en una época sin teléfonos móviles ni sms, en la que mis padres me abroncaban por las absurdas conferencias en las que malgastaba las tardes con gente con la que pasaba toda la mañana; en una época, digo, en la que Internet era una palabra sin significado, el mejor modo de comunicarse era, sin duda, el correo de toda la vida. Pero, en general, todo era también bastante absurdo, porque empecé a cartearme con unas cuantas personas, la mayoría de las cuales iban conmigo al instituto, y a veces nos dábamos las cartas en mano por la mañana. Había un caso más curioso, porque me escribía también con una vecina, que todavía sigue siendo amiga, y nos dedicábamos a dibujar los sellos y hacernos coñas con ellos. Era muy gracioso.
Respecto al contenido de las cartas prefiero no decir nada, porque hay algunas que son completamente vergonzantes, de éstas que dan tantísima grima que no puedes acabar de leerlas. Son cartas que me escribían a mí, pero soy perfectamente consciente de que las mías daban la misma dentera. En mi defensa y la de los demás tengo que decir que las primeras que conservo son del 96 y con las edades que teníamos nos creíamos personas pero no lo éramos.
Otra cosa que quiero comentar es que, en una fase de la vida en la que las hormonas nublan cualquier posibilidad de raciocinio, los carteros tenían que sufrir todo tipo de chorradas, porque las buenas cartas empiezan ya en el sobre.
Y esto que podéis ver es obra de la única persona con la que tenía sentido escribirse. Se hace llamar Vdi, porque él cree que está bien de la cabeza, pero no. Podéis ver su pagina de MySpace en los vínculos y disfrutar de sus músicas, porque el tío es un valiente y compone de todo con su teclado, su guitarra, y sus múltiples e incomprensibles programas. Y a pesar del enlace el muy mamonazo nunca se pasa por aquí. Nos conocimos cuando éramos muy pequeños (él , por supuesto era mucho más pequeño, en todos los sentidos) y sólo nos veíamos en verano. Así que empezamos a escribirnos cual rollo veraniego. Con todo el mundo me pasaba algo curioso, siempre había conflicto por la tardanza en contestar, pero muchas veces tampoco había gran cosa que contar. Y como no merecía la pena malgastar un sobre y un sello para escribir diez líneas, pues al perturbado en cuestión se le ocurrió inventar una historieta, siendo como es afinicionado al dibujo y a El Jueves. Y así surgió Pepito. Un joven incomprendido y maltratado por la sociedad al que no le queda más remedio que tomarse la justicia por su mano. Eso, un superhéroe como otro cualquiera. Lamento no poder aportar todo el material del que dispongo por su alto contenido violento y erótico; y como no hay nada de esto en la red, pues no quiero ser yo el que la ensucie. Pero sí os puedo ofrecer una pequeña presentación gracias a la magia del scanner.
A veces nos encontramos en el messenger o nos mandamos algún mail, pero claro, ningún ordenador ofrece tantas posiblidades como una mente enferma con un boli y un papel. La vida es así, se están perdiendo las buenas costumbres.

10 comentarios:

La estatua del jardín botánico dijo...

Madre mía, Vdi está completamente mal. Pero tú no estás mejor. Me encanta eso de "con las edades que teníamos nos creíamos personas pero no lo éramos". ¡Qué razón! Yo alguna vez pienso en mi adolescencia y digo para mí "madre mía, madre mía, ¿por qué no me dio una torta nadie?" ¿Y sabes que es lo peor? Que hoy en día, ya con edad, a veces sigo pensando lo mismo. Se me está pegando el pavo de lo alumnos.

Inma Cañete dijo...

Yo también guardaba en una caja (la mía forrada de papel bonito)las infinitas cartas que recibía, por correo, en mano o como fuera. Me encantaban las cartas, dedicaba mucho esmero en escribirlas y ver el buzón con correspondencia me volvía loca perdía. Hace poco las releí y las tiré. Me dió un gustito que te cagas, ahora resulta que tengo por ahí otra caja llena. Pues nada, a recordar otros tiempos que siempre resultan raros y a la basura con ellos.

Anónimo dijo...

Oye, y por qué no te compras una tableta digitalizadora ? Puedes rescatar tu la vida de Pepito, ahora igual se llama Señor Pepote (agarrame ... en fin).

Bueno, no te preocupes. Creo que a todos nos ha pasado algo parecido. Yo y un primo nos dio una temporada (al menos fue breve) por dibujar los entresijos de Mazinger. No te digo más :)

interpreta-sones dijo...

las cajas de zapatos adolescentes cobijan los tesoros más raros, sí. ya no eres un niño, pero tampoco un adulto, y eso perturba el pensamiento, disparando la imaginación. buena esquizofrenia la vuestra, en todo caso :)

Anónimo dijo...

Lo peor de todo es que yo te conozco de la época de la caja de zapatos ( ya por entonces calzabas un 44 jajajaa). La verdad es que yo nunca he tenido una caja de zapatos en la que guardara cosas de esas, pero vamos que las tonterías también las hacía.
De todas formas, enhorabuena por la entrada, me ha parecido buenísima. Saludos
Tito_Mati

Psdat: mi blog ha muerto definitivamente, ya te aviso cuando resucite

Pilar Cita dijo...

Yo también tenía mi cajita con cartas!! Pero escribía y dibujaba hojas y hojas ... ¿qué chorradas contaría? Menos mal que las tiré, imagino que de la pura vergüenza de ser descubierta y que se comentara en alguna comida familiar glubs!

Me ha gustado mucho como lo has contado! Pepito Teletubi prometía! juas!

Saludos!!

charly dijo...

Buenísimos los dibujos! Pero bueno, que se podía esperar de dos seres así.Fíjate que yo cajas con cartas no tengo , pero en antiguos libros de texto y cuadernos viejos( si majo aún tengo alguno), hay mucha tela que cortar con conversaciones míticas con el tito Mati durante hora Piorno, por no decir nada de física y quimica... Que tiempos!

Anónimo dijo...

Atravesando varios blogs, he llegado al tuyo y te confieso que me gusta, me he reido mucho contigo, y eso se agradece. Sigue describiendo las cosas con la frescura que lo haces. Si te apetece te enlazo a mi recien nacido blog. Hasta pronto...

Sibyla dijo...

OH Diosssssssssss!
Me has hecho recordar que yo también hacía lo mismo, escribía cartas el fin de semana y después las daba en mano a las compañeras de instituto...

Qué tiempos aquellos, pero no guardo ninguna, sólo las de amor que me escribí con mi novio, ahora mi actual marido.

Saludos:)

Ginebra dijo...

¿te intercambiabas las cartas en mano con tus compis del instituto??? Realmente "curioso". Ahora hablan por msn y están sentados al lado... verdaderamente la adolescencia es lo que tiene!!!!.
Me parece estupendo que aún conserves esa caja de zapatos. Besos.