jueves, 12 de junio de 2008

Enfermos mentales: Diógenes de Sínope

Indagando en un blog amigo, encontré una cita que me ha servido de inspiración. Intento no explotar aquí mi vena espesa para no aburrir al personal, pero creo que el personaje en cuestión es cualquier cosa menos aburrido. No es, desde luego, un filósofo al uso, no es una mente a la que resulte imposible poner imagen; es más bien un carácter, una personalidad, una actitud.
Para situarnos, necesito hacer una introducción teórica. Diógenes es el más conocido representante de la que para mí es la tendencia filosófica más menospreciada de la historia: el cinismo. Los cínicos pertenecen a ese grupo que suele denominarse "socráticos menores", pues su fundador, Antístenes, era un amigo muy cercano de Sócrates, en quien se inspiró como modelo de vida, más que de pensamiento. También, en cierto modo, los cínicos son deudores de los sofistas, quienes hicieron popular la distinción entre physis y nomos, entre naturaleza y convención. Y en una época en que la ciudad se resquebraja debido a guerras y corrupciones, apostarán por un modo de vida que consideran natural, ajeno a los absurdos que genera la sociedad y sus convenciones. Proclamaban la libertad de palabra y comportamiento, apostaban por una vida ordenada, autárquica, y su ideal consistía en la imperturbabilidad, en una sociedad en la que los deseos artificiales gobernaban a la multitud. Por eso, siguiendo a Sócrates afirmaban: "si el no tener necesidades es lo propio de los dioses, el tener las menos posibles será lo que más nos acerque a ellos, lo que nos haga más divinos".
Pero vamos ya al asunto. Hoy cuando te llaman cínico, no cabe duda de que te están insultando. Y en realidad antes también. Aunque hay quien le busca otro origen, el término se debe al adjetivo que le dedicaban a Diógenes por su modo de vida, kynikós, o sea, perruno, porque se comportaba como un perro. Él, por supuesto, se lo tomaba bien y lucía orgulloso este nombre, e incluso parece que también mordió a mucha gente, y no es una expresión. Y es que dentro de las virtudes proclamadas por los cínicos, Diógenes destacaba sobre todo por la anaideia, que viene a ser algo así como la desvergüenza, la ausencia de pudor. Detestaba la especulación, por lo que lo que sabemos de él se debe a las múltiples y geniales anécdotas que nos han llegado.
Desde joven se dio cuenta de la cantidad de necesidades superfluas que esclavizaban a los hombres, así que, tras observar la tranquilidad y libertad del resto de animales, deicidió actuar como ellos, como el ratón que se pasea feliz sin preocuparse por todo aquello que los hombres consideran provechoso.
Marchó de su ciudad con sólo un zurrón en el que guardaba una copa y un plato, pero los tiró cuando vio cómo un niño bebía de sus propias manos el agua de un riachuelo.
Dormía y comía en cualquier sitio, e incluso era conocido por hacer sus necesidades en público.
Una vez, cuando alguien le increpó por masturbarse en plena calle le dijo: ojalá pudiera saciar el hambre con solo frotarme la barriga.
Al llegar a Atenas, pidió a un conocido que le buscase un lugar para vivir, y como tardaba, cogió un tonel de un templo y en él encontró su casa.
Fue vendido como esclavo y cuando le preguntaron qué sabía hacer, respondió: gobernar hombres.
Una vez fue invitado a la mansión de un hombre importante, quien le dijo que no escupiera en el suelo. Y como tenía ganas de hacerlo, le escupió en la cara, porque decía no haber encontrado un lugar más inmundo en toda la casa.
Muchos se reían de él, pues actuaba de manera diferente al resto. Unos hombres que comían le arrojaron los huesos como a un perro. Y él, como perro que era, les orinó encima.
Aceptando el nombre que le habían puesto se presentaba así: soy Diógenes el cínico. Meneo la cola a los que me dan algo, ladro a los que no me dan y muerdo a los malvados.
Llegó a ser muy famoso en toda Grecia y se cuentan muchas anécdotas de encuentros con el Gran Alejandro, ya que eran contemporáneos. La más conocida de todas, es aquella que cuenta que, estando Diógenes tumbado en la calle, se le acercó y le dijo: "pídeme lo que quieras", y le contestó: "apártate que me estás tapando el sol".
Por supuesto, siendo toda una leyenda, se le atribuyen cosas, como ésta, mucho más cercanas a la fantasía que a la realidad. Pero todas concuerdan con su modo de ser.
Y para acabar quiero quejarme de algo que me parece un crimen espantoso. ¿Qué ha quedado de Diógenes para la posteridad? Era un hombre del que aún hoy podemos aprender valiosas lecciones, alguien que rechazó la cultura y la sociedad de su tiempo, que se había vuelto corrupta y que, resueltas las principales necesidades de la vida, se ocupaba de las cosas más absurdas y artificiales. Denunció lo absurdo de la superstición, de la obsesión de los ciudadanos por las apariencias y las opiniones ajenas. Pues bien, ¿que nos queda hoy de su figura, de su nombre, cuando personajes verdaderamente repugnantes y violentos presiden calles, plazas y avenidas? Un trastorno del comportamiento que consiste en acumular bolsas de basura y en convivir con tres docenas de gatos: el síndrome de Diógenes. Me permitiréis, después de algunas anécdotas escatológicas, que me cague en la ciencia médica y en la madre del que le puso el nombre al trastorno. ¿Tan faltos estamos de términos para las enfermedades? Y además, el pobre Diógenes, que tiró su plato y su copa porque había un modo más sencillo y natural de comer y beber, que despreciaba la propiedad y la acumulación de las cosas inútiles que ha creado la sociedad, lo último que querría sería encerrarse en casa con tres toneladas de basura.
¡Qué injusta es la historia!

9 comentarios:

La estatua del jardín botánico dijo...

Plas, plas, plas. Sonido de aplausos. Genial. Muy bien escrito, completo, sencillo y ameno. Una joya, como Diógenes. Yo le escupiría en la cara a más de uno, pero no me atrevo. No soy ni tan libre ni tan valiente. El año que viene, por narices que hablo de este hombre en la clase de Historia de la Filosofía. Promesa de Estatua que, para variar, piensa cumplir.

Anónimo dijo...

Como casi todo lo que escribes (no te lo vayas a creer y empieces a escribir mal) ha estado genial la entrada. Muy bien relatada y fácil de leer (al menos para mi).

Y te respondo. Los hombres que pasan a la posteridad son aquellos a los que la gran mayoría de la gente les gustaría parecerse. ¿ Cómo van a querer parecerse a un tío que no necesitaba prácticamente nada ? Que no se desvelaba pensando en las rebajas, que no soñaba con la próxima consola/móvil/cachivache que iba a salir al mercado, y con todo aquello que se supone marca nuestra sociedad actual.

En cierta forma me recuerda a Manolo García (por cierto, me cago en la madre que parío al que optó por poner esta semana la huelga de transportistas. Me han jodío el concierto de manolo de esta noche!!!!!!!)

interpreta-sones dijo...

sí que ha estado interesante la entrada de hoy, bien escrito y bien argumentao. es incontestable! supongo que con edipo, electra, y todos los griegos malafamados podría argumentarse algo parecido. GOODWORK!!

Anónimo dijo...

Muy buena la entrada majete. Sólo una cosa (por lo que me atañe): no es la historia la que es injusta, sino los hombres al intepretarla.
Me has dado una idea, y creo que de vez en cuando escribiré algo en el blog sobre historia, manera de sacarle provecho de alguna manera a tantos años de estudio. Que pa' lo que me han servido!! jeejje

Enhorabuena otra vez por la entrada majo, seguramente la q más me ha gustado de las que he leído tuyas (la cabra tira al monte)

charly dijo...

Solo decir un par de cosas, la primera, que suerte van a tener los alumnos a los que des clase!. La segunda, la leyenda con Alejandro Magno, es muy chula, la tenías que haber puesto entera jej y la del gallo con Platón! un crack el señor Diógenes.Lo de la enfermedad es cierto macho, no podían cagarla más.
Me encantán ese tipo de leyendas, que tal algo de mitología en algun post?

Ginebra dijo...

RETRACK, me ha gustado mucho y he aprendido mucho también, con lo cuál me ha gustado doblemente.
Lo del síndrome de Diógenes es pués inexplicable y "para cagarse en quien lo denominara así", como muy bien dices.
Desconocía muchas cosas sobre este hombre libre de espíritu y por encima de los convencionalismos sociales.
Gracias.

Retrack dijo...

Gracias a todos por vuestros generosos comentarios. Me alegro de que os haya gustado el tema. Lo elegí porque pensé que el tema de las anécdotas podría resultar entretenido.
Tomo nota de la petición de Charly y la cumpliré, ya que yo le he pedido también alguna cosilla. Ahí sí que tengo personajes para elegir.
Saludos a todos

Anónimo dijo...

Nos has dado una clase magistral, acabo de aprender mucho contigo sobre este "señor" y comparto totalmente tu opinión sobre lo injusto de su recuerdo, y de lo innecesario que es para vivir casi todo lo que acumulamos en nuestro sobrevivir. Abracitos..

Sibyla dijo...

Sí señor, la historia es injusta en muchas ocasiones, y en este caso particular que relatas sobre Diógenes, no tiene nada que ver con el síndrome de la enfermedad.

Me ha gustado saber más sobre este D.Quijote de la época griega, que luchaba contra una sociedad corrupta
(los molinos de viento).

Un abrazo:)