No sin cierta satisfacción por cumplir los plazos y hacer los deberes, me veo obligado a entregarme a la penosa tarea de la corrección, de la autocorreccción. No va a ser la primera vez pero sí la más larga y difícil. En general, es bastante más fácil corregir a los demás, en el hacer y en el decir, porque es un pasatiempo bastante entretenido el hacerle ver a los demás que se equivocan y que además sabemos cómo y por qué se equivocan. Y no se me escandalicen los humildes, porque es reconfortante para la autoestima el sentirse superior en ciertos aspectos haciendo ver el error ajeno. Pero también en el escribir es mucho mejor que otro corrija los errores, precisamente porque nuestro cerebro tiene preparados todos los mecanismos para ocultarnos nuestra propia imbecilidad. Es así, cuando uno es idiota, es imposible que se dé cuenta de que lo es, porque su evolucionada sustancia gris se niega a mostrarle su propia debilidad. Además, no le gusta complicarse la vida y cuando tus ojos te mandan una información, el cerebro se encarga de completarla: que falta una ese, pues él te ayuda a imaginar que esa ese está allí para que sigas adelante sin preocupaciones; que has escrito una palabra dos veces, pues él borra una, que ya bastante tienes con lo que tienes. No hay más realidad que la que tu cerebro procesa, porque al fin y al cabo el mundo es un fenómeno cerebral. Pero esto lo dejo para otro día.
El caso es que uno escribe para que otro lea y entienda, no para uno mismo. Con lo cual nunca puedes estar seguro de que se entiende lo que tú entiendes. Porque leer es interpretar, es fundir lo que te llega del exterior con las etiquetas y los cajones en que se divide tu mente, en los que encajas y clasificas la información. Pero además es todo un mismo proceso, no ves y luego entiendes, piensas y procesas, porque ya proyectas sobre lo externo tus propias categorías. En particular en el mundo del periodismo se emplea mucho la distinción entre opinión, que es lo que uno procesa y piensa, lo subjetivo, y la información, una transcripción inalterada de la realidad, objetiva e independiente. Pero creo que a estas alturas de la película no hay nada objetivo, porque la supuesta información es también interpretación y elección, porque la realidad está dentro de cada cabeza.
La consecuencia de esto es que tu cerebro tampoco quiere ser corregido, no le gusta que le digan que se equivoca y cuando te corrigen un párrafo inmediatamente piensas que el problema es del otro, que no ha entendido. Pero no; la mayoría de las veces no, y tú cerebro y tú lo sabéis muy bien. Y corriges una vez, y otra, y fulanito te lo corrige también, y luego tú otra vez. Y siempre hay cosas que están mal, por aquí y por allá, por más que veintiséis ojos han pasado ya por encima de todas las líneas. Así que al final tu cerebro y tú tenéis que llegar a un acuerdo respecto a hasta dónde estás dispuesto a seguir gastando el tiempo en la misma enriquecedora tarea. Y después de resignarte y dejarlo por imposible, ciego y saturado como estás, al instante aparece de nuevo mi amigo Murphy, porque en cuanto lo imprimas todo, abrirás el libro por una página al azar y encontraras cuatro erratas sin leer un párrafo entero. Está científicamente demostrado. Y ahí te preguntarás: ¿cómo es posible si lo he leído diez veces? Pues porque tu cerebro no quiere enseñarte tus errores cada medio minuto, porque no quiere darte disgustos. Él más listo y se preocupa más por ti, aunque no te lo diga.
Routines of Second Sex
Hace 10 meses
9 comentarios:
tienes razón, cuanto más lees más erratas ves que no habias visto antes, es cierto.
saludos
Y después dicen que el platonismo no es nada actual ...
Estoy totalmente de acuerdo contigo. A mi me cuesta muuuuucho darme (y lo que es peor, reconocer) mis propios errores. Sino que se lo pregunten a mi mujer (pobresita)
Un abrazo!
Es verdad, yo estoy "artika". A veces me da la sensación d que es una tarea infinita, de que nunca se va a conseguir dejar listo. Con lo fácil que es corregir y dejar perfecto el trabajo de otro!! jejejeje
Dichoso mecanismo de defensa cerebral!!
Animo!!
es fácil que entre tanto pliegue cerebral se cuelen las erratas. la grandeza está en saber reconocerlo cuando otro lo advierte. considero que quien no admite sus errores, quien piensa que no puede estar equivocado es, fundamentalmente, imbécil.
amén majo, amén! hoy no tengo nada que discutirte, estoy totalmente de acuerdo.
prepara las cosas que ya te queda poco...
lo peor no es equivocarse sino negarse a aceptarlo, aunque eso serviría para otra de tus interesantes entradas.
ánimo con la tarea!
Saludos
tercer intento de comentario,no se que pasaaaa!. Estoy de acuerdo como en general todos los comentarios, y me uno a que el problema es no reconocerlos cuando te los intentan hacer ver.
Animo con esas correcciones que aunque es un coñazo, ya has terminado el trabajo duro y la criatura esta casi lista ;-)
PD: la envidia me corroe en dias como hoy, de pensar que en unos dias estas pegandote un bañito y en manga corta majo...Tengo la puerta de casa colapsada por la nieve, no pasan los buses P*** nieve de piiiii, me ca... en piii jajaj
Ni es malo autocomplacerse con un poco de vanidad, ni tampoco lo es entrar en errores repetitivos. Somos humanos y nuestro cerebro funciona así, luego entra el subconsciente personal que es el que nos da opción a la autocorrección y en el momento que nos planteamos que algo de lo que hemos hecho está errado, es un logro personal.
Un abrazo.
arriba pues! a enfrentarse a uno mismo como dios manda!!
oye Retrack, que yo...bueno esto...mi...er...cerebro, también es de los que se niega a a veces a decirme lo mortal y humana que soy vamos, que me cuesta muchísimo en según qué caso pillar mis errores...
enfin, como mecanismo de defensa es superior oiga
un besote!
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