El otro día leía por ahí una frase que me pareció llena de sabiduría. Decía: "¿el vhs ya es cool o todavía sigue siendo una puta mierda?". Estas cosas son así, un sistema obsoleto que, se mire por donde se mire, debería ser condenado a la extinción, resurgirá en algún momento para volver a molar. Somos así de gilipollas, y seguro que dentro de diez años se mirará con envidia al primer capullo que vuelva a ver las pelis en su vídeo "retro" (que es un eufemismo para "patética antiguaya") y a jugar al solitario del Windows 3.11 en su 486 con disquetera. ¿Y por qué? Pues por esa institución anónima e impersonal que define la frontera entre lo guay y lo ridículo, y que creo que es la responsable de que ahora las gafas de sol le tapen a uno la barbilla. Eso hace diez años era patético, cuando esas gafas estaban pensadas para los ojos y no para pómulos y orejas.
Tengo que confesar que me encanta la moda. Y no me refiero sólo a anoréxicas con trikini, sino a todo ese conjunto de costumbres que se adoptan sin razón aparente. En esos desfiles, en realidad, la moda está más en la modelo que en el modelito. Hace trescientos años triunfaban las mujeres de más de cien kilos y ahora las de menos de treinta.
Y es que lo gracioso de la moda es que se trata precisamente de no pensar, como la oveja que se tira por el precipicio al ver a las demás, porque no quiere quedarse sola. Es así, el no seguir la moda (o el pasarse de moda) conlleva un aislamiento social semejante al de la mujer sin depilar en la piscina. Especial atención me despierta ese fenómeno llamado carnaval, que consiste en reuniones de grupos de personas haciendo el ridículo. No entiendo por qué hacer el ridículo cuando todo el mundo lo hace deja de ser ridículo. No seáis cobardes, disfrazaos en septiembre, aun a sabiendas de que los que se disfrazaron de pirata y de prostituta os mirarán con cara de asco y pensarán que sois patéticos. Sí, porque lo importante es saber el momento en el que hacer las cosas, ya sea crear tu perfil de facebook, descargarte un politono (enviando SOYRETRASADO al 5544), tatuarte lo que tú crees (sin saberlo) que es tu nombre en japonés, o hacerte un peindao al estilo despeinado. Hace poco descurbí que la ropa, como las fresas, puede ser de temporada o de fuera de temporada. La mía, sin duda, es de fuera de temporada, salvo que la temporada haya empezado a mediados de los noventa. No estoy en la onda, porque aún no entiendo por qué mis pantalones desgastados son una mierday yo soy un marrano, pero gastarte ochenta pavos en unos pantalones rotos "mola que te cagas".
Así es esto. Aunque los blogs están también de moda, así que tendré que pensar si tiene algún sentido o escribo aquí por puro borreguismo.
Es lo bonito de la moda, el refugiarse en el gentío, o en sus costumbres para no ser despreciado. Lo curioso es que a veces ese ridículo que lleva los calcetines por las rodillas, se pone los pantalones en el mismo sitio o la gorra de lado acabe marcando "tendencias". Este tema es tan apasionante que hasta el vocabulario tiene estilo. La moda no es una obligación, es una tendencia, una especie de inercia que nos arrastra, ante la cual sólo puedes nadar contra corriente o dejarte arrastrar. El caso es que mientras nos ahoguemos todos juntos nadie nos mirará mal. Aunque podéis echaros a temblar por si llega el día en que los chinos marquen las tendencias y os encontréis con animalillos de cerámica encima de la tele y abanicos y lámparas con elegantes dibujos. Yo por si acaso voy a guardar el vhs para cuando la gente cool esté dispuesta a pagar por él. Yo es que soy más clásico, para mí el dinero nunca pasa de moda.
Routines of Second Sex
Hace 10 meses
3 comentarios:
El hombre pierde su individualidad cuando forma parte de la masa humana y en esa masa prevalecen los líderes, los que dictan sentencias, ordenan ejecuciones o diseñan los muebles de nuestra casa,la chaqueta que debemos ponernos e incluso la marca de café que más nos conviene.
El problema no está en que recuperemos nuestro viejo tocadiscos de vinilo o nuestro antiguo aparato de video, o que salgamos a una fiesta con aquel vestido que fue de nuestra madre, sino que lo hacemos cuando 600 millones de individios salen de sus casas con ese mismo vestido porque en su ultimo desfile a Pepito Kleikornoke se le antojó ir al desván de la abuela y decir que aquel vestido apolillado es lo que ahora tiene que usarse.
Asi somos o mejor dicho, así formamos la masa.
Un abrazo.
Es verdad. Quien tenga billetes de esos raros, inservibles de 10.000 pelas que me los deje, a ver si les puedo yo sacar más provecho (aunque no desprecio esos morados raros que dicen que existen de 500 €)
Un abrazo!
ahora se pueden comprar réplicas exactas del rosario que lleva colgado al cuello el mismísimo cristiano ronaldo. es lo máximo, oye. en unos días todo dios con el rosario colgando. qué lastimica!
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