sábado, 31 de octubre de 2009

Halloween

Es curioso. Uno va por la calle o pone el telediario (actividades poco recomendables para un ser humano que pretenda mantener la cordura) y se sorprende de la nueva festividad que nos invade. La noche de brujas, por españolizar el asunto. Pero, sorprendentemente, no se refiere a la Patiño, la Esteban y las cotillonas de Antena 3 (les pongo el artículo porque los nombres propios son para personas), sino a esa bonita tradición del truco o trato. En muchos sitios, se venden más disfraces ahora que en Carnavales. Y esto me hace pensar en este hermoso país pleno de cultura, llamado España, y sus habitantes.
Si os fijáis, salvo contadísimas excepciones, todos nos declaramos sin tapujos enemigos de la "cultura" americana, yanki. Y lo pongo entre comillas porque a duras penas se puede hablar de cultura. Los americanos dan pena. Han tenido un presidente guerrillero e ignorante hasta hace poco. Contaminan ellos solitos lo mismo que el resto del planeta. Su capitalismo salvaje atenta contra la solidaridad y las necesidades humanas más básicas (cosa que no ocurre con los valores y normas de nuestra España). Y, sobre todo y ante todo, son unos incultos, porque no saben señalar dónde está Francia en un mapa.
Nosotros, los españoles en particular y los europeos en general tenemos el apoyo de miles de años de historia y cultura: Homero, Julio César, Carlomagno, Cervantes, Shakespeare, Newton, Darwin... Y, sin embargo, nuestra grandiosa tradición no nos empuja a preguntarnos de dónde viene y qué significa Halloween. Algo extraño, porque en Navidad todo el mundo celebra el nacimiento de Jesucristo en su centro comercial más próximo. Además, nosotros no bebemos su estúpida Coca-cola. Ni nos gusta el glamour de la patética ceremonia de los Oscar. Ni las hamburguesas o los centros comerciales. Ni las series y películas americanas, porque las hacen incultos que sólo se basan en multimillonarios presupuestos. Y, sobre todo y ante todo, cualquiera de nosotros sería capaz de señalar en un mapa Dakota del Norte y afirmar, como una obviedad que es, que su capital es Bismarck.
Yo no me sitúo en ningún bando en particular, consagrado como estoy al noble arte de llevar siempre la contraria. Y todas estas cuestiones son mucho más difíciles de resolver de lo que quiere aparentar un titular de un periódico. El índice de memos por metro cuadrado en Europa será bastante parecido al de Estados Unidos. Como nosotros ya teníamos el Quijote y La vida es sueño cuando ellos todavía lanzaban flechas montados a caballo, y encima ahora son la primera potencia económica (y en cualquier otro aspecto importante) del mundo, nos atrevemos a mirarlos por encima del hombro, con la distancia que nos da el charco que tenemos de por medio. Pero como se sabe, el que imita al tonto es tonto al cuadrado. La estupidez y la incoherencia llega a tal extremo, que en lugar de preguntarnos cómo gestionan el ámbito universitario o la creación de empleo, dentro de poco empezaremos a repartir armas para defender a nuestras familias. Es curioso que los buenos médicos e ingenieros, entre otras profesiones decisivas para el desarrollo de un país, aunque sean españoles, se van a norteamérica a trabajar. ¿Mercenarios como futbolistas? No lo creo. Quizá allí tienen mejores medios que en ningún otro lugar. Quizá allí tienen un sueldo y una estima que se corresponde con la importancia de la labor que desempeñan. Quizá están buscando salida lejos de un país, y una cultura, que les ningunea. Ellos se lo pierden, porque en nuestro país, de rica tradición, sabemos bien lo que hace gente como María Blasco y sus experimentos que consiguieron que un ratón resistiera el cáncer; y estamos muy al día sobre los recortes de presupuesto en ciencia y tecnología; y conocemos las consecuencias de que el dinero en la educación se gaste en ordenadores y punteros láser a costa de la incoporación y formación de profesores. Supongo que estaréis bien informados de ello gracias a los reportajes de Telecinco y al programa de Iker Jiménez.
¡Malditos yankis incultos! Los cultivados europeos no podemos perder el tiempo con las ridiculeces del país del despilfarro y la contaminación. Mejor vamos adelantando las compras de Navidad, que ya pronto los ayuntamientos podrán las luces (algo, como tantas otras cosas, tan original y típico nuestro) que por tan pocos millones de euros nos alegran a todos el corazón. Viva la cultura

martes, 20 de octubre de 2009

Desde arriba

A pesar de cierto vértigo y del dolor de piernas que suele producir el subir escaleras que se cuentan por cientos, merece la pena encaramarse a los lugares más altos de las ciudades para tenerotra perspectiva. Se ve mejor estando allí que en las fotos, pero aún así se aprecia bastante bien.
En ciudades cuadriculadas como Barcelona o Nueva York es aún más impactante la vista de las interminables avenidas, pero éstas tampoco están mal. Sevilla, Florencia y Atenas








domingo, 4 de octubre de 2009

Amor/Odio

Dicen que del amor al odio sólo hay un paso. Y al revés supongo que también. En realidad, no hay mucha distancia de ningún sentimiento humano a cualquier otro, porque lo verdaderamente especial de nuestra condición es la inestabilidad.
De acuerdo con Parménides, si el ser es y el no-ser no es, nacimiento y muerte son sólo una ilusión. Las cuatro raíces (agua, aire, tierra y fuego) se mezclan y disuelven sin cesar y permanecen eternamente iguales e indestructibles. El universo ya no es una sustancia que se transforma, pues las cualidades son ya inmutables, son los elementos últimos de la realidad. Pero existen también dos fuerzas, la amistad y la discordia, que más líricamente llamamos amor y odio, cuyos nombres no importan, pues no son otra cosa que aquello que une y que separa todas las cosas.
Sin embargo, en contra de lo que nos enseña esa estalactita humana llamada Walt Disney, el mundo no es maravilloso cuando gobierna el amor y horrible cuando lo hace el odio. Si sólo hubiera amor todo estaría indisociablemente unido, como una esfera compacta. Si predominase completamente el odio, todo estaría disperso y nada se comunicaría con nada. Ambos tienen que coexistir en lucha, en tensión y alternarse según ciclos.
Aunque en mi ser hay un claro predominio de fuego y de la fuerza del odio, el cambio es inevitable. Estaba leyendo a Epicuro, alguien por quien siempre había sentido un cierto desdén: me parece que el término hedonismo nunca se ha empleado de manera tan absurda; que su atomismo mutila lo más valioso de aquél que, precisamente, plagió sin escrúpulos; que su teoría del conocimiento es la cosa más pobre que he estudiado en mi vida, haciendo de la sensación el criterio último y único de validez y postulando los átomos, invisibles, inaudibles, etc., como la única realidad. En fin, un cúmulo de despropósitos a la vista de todo el mundo; una capacidad especulativa a años luz de cualquier filósofo anterior a él.
Y todo esto, de un plumazo, lo dignifica con la extremada sencillez de su pensamiento y sus máximas. Todo lo anterior de nada sirve si no contribuye a liberarnos de nuestros temores, de nuestros deseos creados y superfluos. La naturaleza establece unos límites adecuados y fáciles de conocer; el dolor es fácil de suprimir y el placer de alcanzar si eliminamos las opiniones que nos alejan de la suprema felicidad, que es la tranquilidad del espíritu, tarea estrictamente individual que puede realizarse al margen de cualquier adversidad externa. La amistad, aquello que dijimos que unía lo disperso, es beneficiosa por la cantidad de bienes que reporta. Tantos, que terminamos por olvidar el utilitarismo, la búsqueda individual del placer, que terminamos gozando con la representación del placer ajeno, con la alegría del amigo y amado. Una felicidad privada, pero compartida. Magnífico