miércoles, 29 de julio de 2009

Anochece en Caños de Meca







lunes, 27 de julio de 2009

De moda

El otro día leía por ahí una frase que me pareció llena de sabiduría. Decía: "¿el vhs ya es cool o todavía sigue siendo una puta mierda?". Estas cosas son así, un sistema obsoleto que, se mire por donde se mire, debería ser condenado a la extinción, resurgirá en algún momento para volver a molar. Somos así de gilipollas, y seguro que dentro de diez años se mirará con envidia al primer capullo que vuelva a ver las pelis en su vídeo "retro" (que es un eufemismo para "patética antiguaya") y a jugar al solitario del Windows 3.11 en su 486 con disquetera. ¿Y por qué? Pues por esa institución anónima e impersonal que define la frontera entre lo guay y lo ridículo, y que creo que es la responsable de que ahora las gafas de sol le tapen a uno la barbilla. Eso hace diez años era patético, cuando esas gafas estaban pensadas para los ojos y no para pómulos y orejas.
Tengo que confesar que me encanta la moda. Y no me refiero sólo a anoréxicas con trikini, sino a todo ese conjunto de costumbres que se adoptan sin razón aparente. En esos desfiles, en realidad, la moda está más en la modelo que en el modelito. Hace trescientos años triunfaban las mujeres de más de cien kilos y ahora las de menos de treinta.
Y es que lo gracioso de la moda es que se trata precisamente de no pensar, como la oveja que se tira por el precipicio al ver a las demás, porque no quiere quedarse sola. Es así, el no seguir la moda (o el pasarse de moda) conlleva un aislamiento social semejante al de la mujer sin depilar en la piscina. Especial atención me despierta ese fenómeno llamado carnaval, que consiste en reuniones de grupos de personas haciendo el ridículo. No entiendo por qué hacer el ridículo cuando todo el mundo lo hace deja de ser ridículo. No seáis cobardes, disfrazaos en septiembre, aun a sabiendas de que los que se disfrazaron de pirata y de prostituta os mirarán con cara de asco y pensarán que sois patéticos. Sí, porque lo importante es saber el momento en el que hacer las cosas, ya sea crear tu perfil de facebook, descargarte un politono (enviando SOYRETRASADO al 5544), tatuarte lo que tú crees (sin saberlo) que es tu nombre en japonés, o hacerte un peindao al estilo despeinado. Hace poco descurbí que la ropa, como las fresas, puede ser de temporada o de fuera de temporada. La mía, sin duda, es de fuera de temporada, salvo que la temporada haya empezado a mediados de los noventa. No estoy en la onda, porque aún no entiendo por qué mis pantalones desgastados son una mierday yo soy un marrano, pero gastarte ochenta pavos en unos pantalones rotos "mola que te cagas".
Así es esto. Aunque los blogs están también de moda, así que tendré que pensar si tiene algún sentido o escribo aquí por puro borreguismo.
Es lo bonito de la moda, el refugiarse en el gentío, o en sus costumbres para no ser despreciado. Lo curioso es que a veces ese ridículo que lleva los calcetines por las rodillas, se pone los pantalones en el mismo sitio o la gorra de lado acabe marcando "tendencias". Este tema es tan apasionante que hasta el vocabulario tiene estilo. La moda no es una obligación, es una tendencia, una especie de inercia que nos arrastra, ante la cual sólo puedes nadar contra corriente o dejarte arrastrar. El caso es que mientras nos ahoguemos todos juntos nadie nos mirará mal. Aunque podéis echaros a temblar por si llega el día en que los chinos marquen las tendencias y os encontréis con animalillos de cerámica encima de la tele y abanicos y lámparas con elegantes dibujos. Yo por si acaso voy a guardar el vhs para cuando la gente cool esté dispuesta a pagar por él. Yo es que soy más clásico, para mí el dinero nunca pasa de moda.

martes, 7 de julio de 2009

La calidad no es cara

El ocio veraniego propicia el noble pasatiempo de la lectura. Así que en uno de mis momentos de tiempo libre que no vienen al caso he podido leer en la tapa de mi desodorante: "contiene una fragancia ligera y clara, proporcionando un aire fresco que nos hace volar lejos de la rutina diaria". Señores del Mercadona: ustedes sí que vuelan lejos. Creo que en verano se puede reducir a la mitad el nivel de drogadicción de los empleados, que por desvíos mentales relacionan la rutina con el olor de la sobaca. No contento con eso, decido leer también el otro bote, el que está lleno y añun no he empezado. El caso es que con el viejo no he experimentado la sensación de vuelo, pero quizá en algún sitio indique que el orificio no debe dirigirse al ala sino introducirse en la nariz. Habrá que probarlo.
Bote número 2: "contiene una fragancia masculina que combina elegantemente el espíritu aventurero y la vivacidad arrolladora del espíritu creativo sobre una estructura lujosa y sensualmente cálida". Señores del Mercadona: a mí no me jodan que la mierda de desodorante de 80 céntimos huele a limón, no a Miguel de la Quadra-Salcedo. Nada que valga menos de un euro tiene una estructura lujosa, por más que se empeñe el calvito de la competencia, si es que el Lidl le hace competencia a alguien. Reconozco que tiene su atractivo ese toque del Lidl o el Día, de querer que el supermercado se parezca a un trastero o una casa abandonada; en la decoración desde luego son originales. Y en cuanto a productos de bajo precio e inferior calidad son empresas punteras a nivel mundial. Pero el Lidl me indiga especialmente con su nueva campaña publicitaria, con el actorcillo capullesco que sabe cuándo están buenas las sandías y qué estropajos limpian mejor la grasa. Con un poco de suerte no habréis visto el anuncio, que como los frutos secos del Día y la cara de Cristiano Ronaldo produce un regusto repugnante que puede concluir en vómito. Pero aquí estoy yo al servicio de la náusea.



El muy retrasado huele las frutas sin pelar y juzga los vinos por la etiqueta, como los buenos enólogos, claro que sí. ¡Olé tus huevos toreros y tu sobaco aventurero y creativo!
Yo no entiendo mucho de televisión, pero me parece evidente que está incompleto. La calidad no es cara, pero los anuncios sí.